“¡He arruinado la vida de mi hijo!” En una transmisión en vivo que dejó a todos en shock a las 3 de la madrugada, Shakira apareció con el rostro demacrado, los ojos rojos e hinchados.

No dejaba de limpiarse las lágrimas y, temblando, le dijo a la cámara: “Nunca me atreví a decir esto…
pero mi hijo, Sasha, ya tiene 10 años… y él ha…” Luego, hizo algo que dejó a todos sus fans sin aliento: Shakira se arrodilló frente a la cámara, juntó las manos como si estuviera rezando y, entre sollozos ahogados, pronunció 17 palabras que dejaron en silencio absoluto a 25 millones de espectadores… y, segundos después, el silencio se convirtió en llanto.
A las tres de la madrugada del 2 de diciembre de 2025, Shakira encendió inesperadamente su cuenta de Instagram y comenzó una transmisión en vivo que nadie olvidará. Su rostro, iluminado solo por la luz fría del móvil, mostraba un cansancio que iba más allá del insomnio.
Los ojos estaban tan hinchados que apenas se le veían las pupilas. Llevaba el pelo recogido con una pinza rota y una camiseta vieja de Piqué que, irónicamente, aún conservaba en el armario. No había filtros, ni maquillaje, ni música de fondo.
“Buenas noches… o buenos días, ya no sé”, empezó con la voz quebrada. Más de diez millones de personas entraron en segundos. Los comentarios volaban: “¿Qué pasa, reina?”, “Shaki, ¿estás bien?”, “Alguien llame a alguien”. Ella no los leía.
Se quedó callada casi un minuto, respirando fuerte, como si buscara valor en el aire. Luego se limpió la nariz con la manga y soltó: “Nunca me atreví a decir esto en voz alta… pero mi hijo Sasha ya tiene diez años… y él ha…”. Se le cortó la frase.
Un sollozo le salió del pecho como si le doliera físicamente.
De pronto, dejó el teléfono en el suelo, se arrodilló frente a la cámara y juntó las manos. El encuadre la mostraba entera, pequeña, vulnerable. Los 25 millones de espectadores contuvieron el aliento colectivo.
Entre lágrimas que caían gruesas sobre la alfombra, pronunció las diecisiete palabras que paralizaron el mundo: “Milan y Sasha ya no quieren llevar mi apellido… prefieren solo el de su padre”. El silencio que siguió fue tan denso que se podía escuchar su respiración entrecortada.
Después llegó el llanto global. Miles de madres soltaron el móvil y abrazaron a sus hijos dormidos. Otros empezaron a escribir mensajes de apoyo que colapsaron los servidores de Instagram durante doce minutos.
Shakira siguió hablando con la voz rota: “Yo di todo… mi cuerpo, mi carrera, mi país… y ahora mis hijos eligen el apellido del hombre que me destrozó”. Se cubrió la cara con las manos temblorosas.
Contó que todo empezó hace meses, cuando Sasha le preguntó si podía firmar los trabajos del colegio solo como “Sasha Piqué”. Ella pensó que era una fase, algo de identificación con el fútbol y el Barcelona.
Pero la semana pasada, en una reunión con la psicóloga del colegio, ambos niños, Milan y Sasha, pidieron formalmente cambiarse legalmente el orden de los apellidos. Querían ser Piqué Mebarak y no Mebarak Piqué como figuraba desde su nacimiento.
“Me sentí morir”, confesó. “Entiendo que amen a su padre, lo entiendo… pero duele igual”. Reveló que Gerard lleva meses llevándolos a eventos solo como “los hijos de Piqué”, presentándolos así en el palco del Camp Nou y en actos del FC Barcelona.
También admitió que ella misma, en su afán de protegerlos del circo mediático, había aceptado que usaran más el apellido del padre en España. “Fue mi error”, dijo entre hipos. “Pensé que los protegía y solo les di vergüenza de su mitad colombiana”.
La transmisión duró 41 minutos. En ellos lloró, pidió perdón a sus hijos aunque no la estuvieran viendo, y agradeció a sus fans latinoamericanos “que nunca me hicieron sentir que mi apellido valía menos”.
Al final se levantó, recogió el teléfono y miró directo a la cámara con los ojos todavía rojos: “No los culpo. Son niños. El culpable es el adulto que les metió en la cabeza que un apellido pesa más que el amor de una madre”.
Cerró la transmisión con un “los amo” apenas audible y la pantalla se volvió negra. Inmediatamente #ShakiraLlorando y #SashaPiqué se convirtieron en tendencia mundial número uno durante 18 horas seguidas.
A las pocas horas, Clara Chía borró todas sus fotos de Instagram y Gerard Piqué desactivó los comentarios. Los abogados de Shakira ya preparan la respuesta legal para impedir el cambio de apellidos sin su consentimiento.
Mientras tanto, en Barranquilla, la mamá de Shakira, Nidia Ripoll, declaró a la prensa local: “Mi hija dio la vida por esos niños y ahora le quitan hasta el nombre. Esto no se queda así”.
En Colombia, miles de mujeres salieron a las calles con carteles que decían “Mi apellido también es mi bandera”. En Miami, los fans dejaron flores y cartas frente a la mansión de la cantante.
Y en algún lugar de esa casa, Shakira abraza a Milan y Sasha dormidos, susurra “los amo con los dos apellidos o con ninguno” y llora en silencio para que no la escuchen.
Porque el amor de madre, aunque duelan diecisiete palabras a las tres de la madrugada, siempre termina siendo más fuerte que cualquier apellido.