La sobrina de Paco de Lucía ha visitado a Pablo Motos en ‘El Hormiguero’, que esta semana encara la última del año antes de su pausa por Navidades

La visita de Malú a El Hormiguero no fue una entrevista más. Lo que comenzó como una promoción musical terminó convirtiéndose en una de las confesiones más crudas y sinceras que la cantante ha hecho nunca en televisión.
Frente a Pablo Motos, sin artificios ni máscaras, la artista habló abiertamente de su peor momento personal y profesional, de una lucha interna silenciosa que la acompañó durante años y que casi la consume por dentro, incluso cuando desde fuera parecía que lo tenía todo.
Malú, de 43 años, acudió al programa para presentar El intento, adelanto de su próximo disco, que verá la luz el año que viene.
La sobrina de Paco de Lucía atraviesa ahora una etapa de renovación artística y personal, con nuevos proyectos en el horizonte y un reto mayúsculo por delante: siete noches consecutivas en el Live Las Ventas de Madrid.
Sin embargo, tras ese presente ilusionante se esconde un pasado reciente marcado por el miedo, la autoexigencia extrema y una sensación constante de no estar a la altura.
Durante el programa, Trancas y Barrancas sometieron a la cantante a un divertido polígrafo que, lejos de quedarse en el humor, derivó en un momento de enorme profundidad emocional.
arrow_forward_ios
Read more
00:00
00:01
01:31
Pablo Motos recordó que Malú estuvo tres años en terapia, algo que ella misma había contado en otras ocasiones, pero que esta vez explicó con una honestidad desarmante.
“Ir a terapia ha sido lo mejor que he hecho en mi vida”, afirmó con rotundidad. “Me ha servido para dejar de sobrepensar y colocar lo que no estaba en su sitio”.

A partir de ahí, la conversación dio un giro inesperado. Malú comenzó a relatar los pensamientos que la asaltaban justo antes de subir a un escenario o incluso en pleno concierto, pensamientos que nada tenían que ver con la imagen de seguridad que proyecta sobre las tablas.
“Es la sensación de que no te sale tan bien. Y si algún día se dan cuenta de que no lo hago bien”, confesó, con la voz firme pero cargada de emoción. “Me preguntaba constantemente si merecía estar ahí”.
La cantante reconoció que llegó a sentir que, si en algún momento el público dejaba de apoyarla, sería algo lógico. “Sentía que me merecía que eso pasara”, dijo sin rodeos.
Una frase que dejó a Pablo Motos visiblemente impactado. A pesar de haber llenado estadios, de tener una carrera consolidada y de ser una de las voces más reconocidas del país, Malú vivía atrapada en una inseguridad permanente.
“Es la sensación constante de que estás mintiendo”, explicó, describiendo con precisión lo que supone convivir con el síndrome del impostor. “Esa es la presión que tú tienes encima.
Luchando conmigo misma para intentar superarme en algo que ya no sé lo que es… Eso es horrible. Pelear con eso, es horrible”. Sus palabras resonaron en el plató, cargadas de verdad y de un cansancio acumulado durante años.

La artista puso nombre a un problema muy habitual en el mundo artístico, pero del que pocas veces se habla con tanta claridad.
Ese síndrome que te hace pensar que no eres suficiente, que tu éxito no es real, que en cualquier momento alguien descubrirá que no vales tanto como creen.
Un pensamiento que no entiende de premios, cifras ni aplausos. “Puedes llenar estadios y aun así pensar que no lo has llenado tú”, explicó. “Te subes al escenario con el miedo de que no te pillen, de que descubran que no eres tan buena como piensan”.
Pablo Motos, intentando encontrar una explicación racional, le preguntó cómo era posible sentir todo eso después de una carrera tan exitosa. La respuesta de Malú fue tan sencilla como demoledora.
“No tiene lógica, pero pasa. Y pasa mucho”, afirmó. Durante años, esa lucha interna le robó la paz y la disfrutabilidad de su propio éxito.
La terapia marcó un antes y un después en su vida. Malú reconoció que gracias a ese proceso “me han cambiado muchísimas cosas”. Por primera vez, se siente en calma consigo misma.
“Estoy en un lugar tan en paz porque por primera vez en mi vida creo en mí como artista, como vocalista, como intérprete… Creo en mí. Y lo que estoy haciendo está bien para mí”. Una frase que resume un proceso largo, doloroso y profundamente transformador.

La cantante quiso aprovechar el altavoz que supone un programa como El Hormiguero para lanzar un mensaje claro y valiente sobre la salud mental. Animó sin tapujos a acudir a un psicólogo y a pedir ayuda cuando sea necesario.
“Te quitas mucha presión, mucha vergüenza, muchas capas”, explicó. “Porque al final todo eso lo intentas esconder con muchas capas que van delante de ti, y al final no te dejas ver”.
Su testimonio no fue victimista ni derrotista, sino todo lo contrario. Fue el relato de alguien que ha atravesado la oscuridad y ha salido al otro lado con más conciencia, más equilibrio y más amor propio
. Malú no habló solo como artista, sino como persona. Una mujer que ha aprendido a escucharse, a cuidarse y a darse permiso para no ser perfecta.
La entrevista terminó con una sensación de respeto y admiración en el ambiente. Pablo Motos reconoció estar profundamente impresionado por la honestidad de la cantante.
Y el público fue testigo de algo poco habitual: una estrella quitándose la armadura y mostrando sus heridas, sin miedo ni vergüenza.
Malú demostró que el éxito no inmuniza contra el dolor, que la fama no protege de las inseguridades y que la verdadera fortaleza está en atreverse a mirar dentro.
Su confesión fue un golpe de realidad y, al mismo tiempo, un mensaje de esperanza. Porque incluso cuando todo parece brillar por fuera, la batalla más dura puede librarse por dentro. Y reconocerlo, como ella hizo, también es un acto de valentía.