Malú, nacida en una famosa familia flamenca, ha vivido una infancia y juventud marcadas por la presión familiar, el divorcio de sus padres y la constante expectativa de sobresalir en la música.

Malú, una de las voces más icónicas de España, ha vivido una vida marcada por el dolor y la lucha en el silencio. Detrás de su éxito y su imagen pública se esconde una historia de sufrimiento emocional y desafíos que han forjado su carácter.
Desde su infancia en la renombrada familia de los de Lucía hasta sus relaciones tumultuosas, la vida de María Lucía Sánchez Benítez es un relato de superación y resiliencia.
Nacida el 15 de marzo de 1982 en Madrid, Malú no solo era la hija de Pepe de Lucía, un destacado cantador, sino también la sobrina del legendario Paco de Lucía. Crecer en esta dinastía flamenca significaba vivir bajo una presión constante.
“Desde pequeña, sentía que debía ser perfecta, que no podía decepcionar a mi familia”, confesó Malú en varias ocasiones. Sin embargo, a pesar de las expectativas, la pequeña Malú era tímida y anhelaba la invisibilidad. “Quería ser normal, no una figura pública”, añadió.
La infancia de Malú estuvo marcada por el divorcio de sus padres, un proceso doloroso que la dejó emocionalmente herida. “Fue un momento crucial en mi vida. Sentí que mi mundo se desmoronaba”, recordó.
Su madre, Pepi Benítez, se convirtió en su refugio, mientras que la relación con su padre se volvió distante. A medida que crecía, Malú luchaba con la sombra de su tío Paco, cuya aprobación parecía inalcanzable.
“Canté por obediencia, no por pasión. El miedo a decepcionarlo era paralizante”, reveló.
A los 15 años, Malú se vio empujada a cantar en una fiesta familiar, un momento que quedó grabado en su memoria.
“No lo hice porque quisiera, lo hice por miedo. Quería que estuviera orgulloso de mí”, explicó. Años después, al ver la grabación de ese momento, se dio cuenta de que Paco había llorado de emoción, una validación tardía que alivió sus inseguridades.
El descubrimiento de su talento llegó de la mano de Alejandro Sanz, quien compuso para ella la canción “Aprendiz”. Este tema catapultó a Malú a la fama en 1998, pero la transición fue brutal.
“Pasé de ser una niña anónima a ser el centro de atención de un país entero. No hubo tiempo para adaptarme”, comentó. El éxito trajo consigo un ritmo de trabajo agotador y una vida llena de soledad. “Estaba rodeada de gente, pero me sentía completamente sola”, admitió.
La presión mediática comenzó a afectar su imagen. La prensa la etiquetó de “difícil” y “borde”, una etiqueta que Malú decidió adoptar como un escudo.
“Si piensan que soy borde, mejor. Así se sorprenden cuando soy amable”, explicó. Su vida sentimental se convirtió en un secreto de estado, con rumores sobre romances que nunca confirmó.
En 2014, Malú comenzó una relación con el actor Antonio Velázquez. Sin embargo, su amor clandestino fue asfixiante. “Vivimos como fugitivos, siempre con miedo a ser descubiertos”, recordó.

La relación terminó en silencio, dejando a Malú con el corazón roto. Poco después, comenzó a salir con Gonzalo, hijo de la cineasta Pilar Miró, pero esta relación también se desmoronó debido a la presión mediática y las incompatibilidades de sus vidas.
El año 2018 marcó un punto de inflexión en la vida de Malú. Mientras preparaba su gira “Oxígeno”, sufrió una grave lesión en el tobillo.
“Me negué a cancelar la gira. El espectáculo debe continuar”, dijo. Sin embargo, su cuerpo no resistió y tuvo que someterse a una cirugía. Este episodio la llevó a cuestionarse su carrera y su vida. “Me planteé dejar la música. ¿Vale la pena arriesgar mi salud por el aplauso?”, reflexionó.
Tras su recuperación, Malú volvió con más fuerza, convirtiéndose en coach del programa “La Voz”. Su popularidad se disparó, pero la sobreexposición trajo consigo nuevas polémicas.
Un enfrentamiento mediático con Paz Padilla la retrató como una diva inalcanzable, una etiqueta que la perseguiría. “La gente no entiende que los artistas también son humanos”, se defendió.
En 2019, Malú encontró el amor en Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Su relación comenzó en secreto, pero cuando la prensa lo descubrió, se convirtió en un escándalo nacional.
“Me sentí expuesta, como si me desnudaran”, confesó. La relación avanzó en medio de la tormenta política de Rivera, quien finalmente dimitió tras un fracaso electoral. Juntos, anunciaron el nacimiento de su hija, Lucía, en medio de la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, la realidad de su vida familiar no era tan idílica como parecía. La presión de la vida pública y los problemas legales de Rivera comenzaron a afectar su relación.
“Me sentía sola en la crianza”, reveló Malú, quien finalmente decidió poner fin a su relación en 2023. “No hubo un comunicado oficial, simplemente se fue”, recordó con tristeza.
En una entrevista posterior, Malú habló sobre su experiencia como madre y la soledad que sintió.
“La maternidad no une si no hay un equipo sólido detrás”, afirmó, dejando entrever el dolor de su ruptura. Su música se convirtió en su terapia, y lanzó “Ausente”, una canción que reflejaba su sufrimiento.
Hoy, Malú ha encontrado un nuevo equilibrio en su vida. Su relación con Ángel Fernández, un técnico de producción, le ha brindado la estabilidad que tanto anhelaba.
“Finalmente, tengo a alguien que entiende mi mundo y me ofrece normalidad”, confesó. Juntos, están criando a Lucía en un ambiente lleno de amor y comprensión.
La historia de Malú es un testimonio de resiliencia y fuerza. Ha enfrentado el dolor, la soledad y la presión de ser parte de una dinastía legendaria. A pesar de las adversidades, ha logrado reinventarse y encontrar su voz.
“He aprendido que la vida no siempre es perfecta, pero siempre se puede volver a empezar”, concluyó. Malú, la guerrera que ha transformado su sufrimiento en arte, sigue brillando con más fuerza que nunca.