El inversor estadounidense, que fue condenado por liderar una trama de prostitución de menores, empezó su trayectoria financiera con un encargo de familias españolas, al que accedió por su amorío con la celebridad

Ana Obregón ha vuelto a estar en el foco mediático tras la publicación de un reportaje de ‘The New York Times’ que desvela su relación con Jeffrey Epstein en los años 80, un capítulo de su vida que hasta ahora no había trascendido y que se vincula al inicio de la carrera financiera del multimillonario estadounidense.
Según el diario, Epstein, conocido por su condena por liderar una red de prostitución de menores, habría iniciado un romance con la actriz española en 1982 cuando ella estudiaba arte dramático en Nueva York.
La primera cita de la pareja, narrada por el periódico, consistió en un paseo en el lujoso Rolls Royce de Epstein por Manhattan, un detalle que dejó a Ana deslumbrada.
Sin embargo, la relación no interrumpió la relación de Epstein con Eva Andersson, Miss Suecia y su pareja por entonces, mostrando la compleja vida sentimental del joven inversor.
El reportaje sostiene que el amorío coincidió con un momento delicado para la familia de Obregón, cuando parte de su patrimonio estaba en riesgo debido a la quiebra de Drysdale Securities, lo que afectaba a varias familias españolas que habían invertido en Wall Street y temían perder sus ahorros.
Epstein fue contratado para recuperar el dinero perdido y, según ‘The New York Times’, el éxito de esta operación constituyó su primer gran logro financiero, catapultándole hacia nuevas oportunidades y consolidando su incipiente imperio económico.
La publicación enfatiza que el vínculo con Ana Obregón habría facilitado a Epstein acceder a estos clientes españoles, aunque sin detallar un papel activo de la actriz en las operaciones financieras.
Ana Obregón ha respondido a estas afirmaciones en el programa ‘Y ahora Sonsoles’, matizando detalles y negando cualquier implicación económica con su familia. “En la vida me ha salvado cuando estaba en quiebra, ni había ninguna quiebra.
Mi relación con él no tuvo nada que ver con esto”, explicó la actriz, dejando claro que su vínculo con Epstein fue estrictamente personal y no financiero.
Añadió que lo conoció gracias a una amiga, que le presentó al joven inversor cuando ella era muy joven, y que desde el primer momento se sintió fascinada por su figura.
La actriz recordó con cariño su relación: “Era dulce, tan generoso y tan bueno. Tocaba el piano como no te lo puedes ni imaginar. Yo estaba muy enamorada. Tenía un ático al lado de la Quinta Avenida”.
Ana reconoce que en su trato con él no detectó ningún comportamiento sospechoso ni indicio de sus futuras actividades criminales.
Años después, tras perder el contacto y ver los reportajes sobre los crímenes por los que fue condenado, expresó su repulsa: “No me lo puedo creer. Yo en lo que he vivido, no vi nunca que pudiera ser un pederasta”.
Obregón también relató algunos detalles de su vida junto a Epstein en Nueva York. Ambos asistieron a fiestas de la alta sociedad, y Ana mencionó que incluso Robert de Niro estuvo presente en su cumpleaños.
Confesó que intentó presentarle a su hermana, aunque por entonces ella estaba en una relación con Miguel Bosé.
A partir de ese momento, según la actriz, quedaron como amigos, y ella asegura que él “tenía miles de chicas” y que su relación fue pasajera y afectuosa, sin que mediara ninguna cuestión financiera.
El reportaje de ‘The New York Times’ se centra en cómo Epstein habría comenzado a construir su reputación como “cazatesoros” financiero gracias a la intermediación con familias españolas.
Sin embargo, Ana Obregón desmiente cualquier implicación en la carrera económica de Epstein, insistiendo en que la historia publicada es “mentira” y que su relación fue solo un romance juvenil:
“Yo lo traje a España para que conociera a mi familia, y nada más. No hubo operaciones económicas ni quiebras de por medio”.

A pesar de la controversia, Ana Obregón ha rememorado su tiempo con Epstein con cierta ternura, destacando su carácter generoso y la intensidad de su amor joven.
También ha relatado cómo su relación terminó antes de volver definitivamente a España y cómo más tarde supo de sus delitos a través de medios de comunicación, quedando profundamente impactada por la magnitud de sus crímenes.
Este capítulo, que mezcla romance, juventud y conexiones con el mundo financiero de los 80, vuelve a colocar a Ana Obregón en el centro de la atención mediática, mostrando cómo las historias personales pueden intersectar con figuras que marcaron la historia reciente por motivos tanto de poder como de escándalo.
La actriz mantiene su versión, centrada en la relación personal y afectiva, y se distancia de cualquier implicación con las operaciones económicas que posteriormente habrían definido a Epstein como multimillonario y controversial.
Así, la relación entre Ana Obregón y Jeffrey Epstein queda registrada como un episodio de juventud, afecto y admiración, envuelto en la polémica de los años posteriores y en la fascinación pública por la figura de un hombre que, tras ser amante de la fama y la fortuna, terminó condenado por delitos que conmocionaron al mundo entero.
Ana mantiene su postura firme: fue un romance, nada más, y cualquier implicación económica es completamente falsa según su versión, recordando siempre los buenos momentos personales y la fascinación que le provocó aquel joven estadounidense en la gran ciudad de Nueva York.
